viernes, 13 de mayo de 2016

Aprendizaje social: adquirir las actitudes a partir de los demás

Una fuente importante de nuestras actitudes es obvia: las adquirimos de otras personas a través del proceso de aprendizaje social. En otras palabras, muchas de nuestras apreciaciones son adquiridas en situaciones en las cuales interactuamos con otros o simplemente mientras observamos su comportamiento. Tal aprendizaje sucede a través de varios procesos.
CONDICIONAMIENTO CLÁSICO:APRENDIZAJE BASADO EN LA ASOCIACIÓN. Cuando un estímulo precede regularmente a otro, el que sucede primero puede pronto convertirse en una señal para el que ocurre después. Este es uno de los principios básicos de la psicología. En otras palabras, cuando el primer estímulo aparece, los individuos esperan la aparición del segundo, el cual le seguirá pronto. Como resultado, los individuos adquieren gradualmente el mismo tipo de reacciones hacia el primer estímulo, que tenían hacia el segundo, especialmente si el segundo induce reacciones muy fuertes y automáticas. Por ejemplo, mi radio despertador emite un alto «click» antes de que la alarma empiece a sonar. Al principio, yo no reaccionaba a dicho sonido. Pero ahora debido a que ha sido asociado muchas veces con lo que sigue (música alta) usualmente me despierto cuando lo oigo incluso antes de que empiece la música. ¿Qué tiene que ver este proceso —conocido como condicionamiento clásico— con la formación de actitudes? Potencialmente mucho. Para ver cómo este proceso puede influir sobre las actitudes en condiciones de la vida real, imagina la siguiente escena: un niño ve a su madre frunciendo el ceño y mostrando otros signos de desagrado cada vez que la madre se encuentra con un miembro de un grupo étnico específico. Al principio, el niño es neutral hacia los miembros de este grupo y hacia sus características visibles (es decir, color de la piel, estilo de vestimenta, acento). Después estas claves son asociadas muchas veces con las reacciones emocionales negativas de la madre. Sucede entonces el condicionamiento clásico y el niño comienza a reaccionar negativamente a estos estímulos —y a los miembros de este grupo étnico (véase Figura 4.3). El resultado: el niño adquiere una actitud negativa hacia tales personas —una actitud que puede formar el núcleo central de un auténtico prejuicio étnico (En el Capítulo 6 examinaremos con detalle el tema del prejuicio.) Los estudios indican, como dato relevante, que el condicionamiento clásico puede suceder por debajo del nivel de atención consciente —incluso cuando la gente no se da cuenta del estímulo que sirve como base para este tipo de condicionamiento—. Por ejemplo, en un experimento sobre este tema (Krosnick et al., 1992) los estudiantes observaron fotografías de una persona desconocida realizando actividades rutinarias de la vida diaria tales como comprar en el supermercado o caminar en su apartamento. Mientras se mostraban estas fotografías, se presentaban de manera muy rápida otras que se sabía inducían sentimientos positivos o negativos —se hacía tan rápidamente que los participantes no se dieron cuenta de su presencia—. Un grupo fue expuesto a fotografías que inducían sentimientos positivos (es decir, una boda, gente jugando a las cartas y riendo), mientras que otro grupo fue expuesto a fotografías que inducían sentimientos negativos (por ejemplo, una operación a corazón abierto, un hombre lobo). Luego ambos grupos expresaron sus actitudes hacia el desconocido. Los resultados indicaron que a pesar de que los participantes no fueron conscientes del segundo grupo de fotografías (aquellas presentadas muy rápidamente) estos estímulos influyeron significativamente sobre sus actitudes hacia el desconocido. Aquellos expuestos a las fotografías positivas expresaron actitudes más favorables hacia esta persona en comparación a los que fueron expuestos a las fotografías negativas. Estos hallazgos sugieren que las actitudes pueden ser influidas por el condicionamiento subliminal —condicionamiento clásico que sucede en ausencia de una atención conciente al estímulo implicado
CONDICIONAMIENTO INSTRUMENTAL: APRENDER A MANTENER LOS PUNTOS DE VISTA «CORRECTOS». ¿Has oído alguna vez a un niño de tres años de edad decir con gran convicción que es de izquierdas o de derechas?, ¿o decir que los coches Ford (o Honda) son mejores que los Seat (o los Toyota)? Los niños de esta edad comprenden muy poco lo que significan estas afirmaciones. Aun así, todos hacen lo mismo. ¿Por qué? La respuesta es obvia: han sido alabados y premiados por sus padres de varias maneras por hacer tales afirmaciones. Como seguramente sabrás, los comportamientos seguidos por resultados positivos se ven fortalecidos y tienden a repetirse. En contraste, los comportamientos seguidos de resultados negativos son debilitados y al final suprimidos. Por tanto, otra manera en que adquirimos actitudes de los otros es a través del proceso de condicionamiento instrumental. Los padres (y otros adultos) juegan un rol activo moldeando las actitudes de los más jóvenes recompensando con sonrisas, aprobaciones o abrazos a los niños para establecer así las posiciones «correctas» —aquellas que los mismos padres favorecen. Es por esta razón que los niños hasta los diez años de edad expresan posiciones políticas, religiosas o sociales muy similares a las de su familia. Dado el efecto poderoso del reforzamiento en el comportamiento, sería asombroso si no lo hicieran.
APRENDIZAJE OBSERVACIONAL:APRENDER A TRAVÉS DEL EJEMPLO. Un tercer proceso a través del cual se forman las actitudes puede funcionar incluso cuando los padres no quieren transmitir visiones específicas a sus hijos. Este proceso es el aprendizaje observacional y sucede cuando los individuos adquieren nuevas formas de comportamiento simplemente a través de la observación de las acciones de los demás (por ejemplo, Bandura, 1997). El aprendizaje observacional parece jugar un rol importante en lo que a formación de actitudes se refiere. En muchos casos, los niños oyen decir cosas a sus padres inapropiadas para sus oídos, o los observan realizando acciones que luego les piden que ellos no hagan. Por ejemplo, los padres que fuman previenen a sus hijos contra este hábito, incluso cuando ellos encienden un cigarrillo (véase Figura 4.4). ¿Qué mensaje adquiere el niño de estas situaciones? La evidencia es clara: a menudo aprenden a hacer lo que sus padres hacen y no lo que dicen. Además tanto niños como adultos adquieren actitudes producto de la exposición a los medios de comunicación —televisión, revistas, películas, etc.—. Por ejemplo, en muchas de las películas americanas, los personajes hacen ahora uso de unas palabras que en el pasado eran consideradas inaceptables en muchas situaciones. El resultado: las personas menores de treinta años, que han crecido viendo estas pelí- culas, no las cuestionan, cosa que sí hacen las personas de mayor edad. COMPARACIÓN SOCIAL Y FORMACIÓN DE ACTITUDES: UNA BASE PARA EL APRENDIZAJE OBSERVACIONAL. Quizás estás deseando saber: ¿por qué los niños —e incluso los adultos— adoptan las actitudes que otros expresan o los comportamientos mostrados por estas personas? Una respuesta implica el mecanismo de la comparación social —nuestra tendencia a compararnos con otros para determinar si nuestro punto de vista sobre la realidad social es o no correcto (Festinger, 1954)—. En la medida en que nuestras visiones estén de acuerdo con las de otros, concluimos que nuestras ideas y actitudes son adecuadas; después de todo, si otros mantienen las mismas perspectivas, estas perspectivas deben ser correctas. Debido a este proceso con frecuencia cambiamos nuestras actitudes con el fin de tener puntos de vista más cercanos a los de los demás. Y en algunas ocasiones, la comparación social puede contribuir a la formación de nuevas actitudes. Por ejemplo, imagina que oyes manifestar a personas que te agradan y que respetas actitudes negativas hacia un grupo con el cual tú no has tenido contacto. ¿Podría esto influir en tus actitudes? Es tentador decir, «¡absolutamente no!». Sin embargo, los hallazgos de las investigaciones indican que oír a otros expresar actitudes negativas acerca de un grupo puede de hecho llevarnos a adoptar actitudes similares —sin haber conocido a ningún miembro del grupo en cuestión (por ejemplo, Maio, Esses y Bell, 1994; Shaver, 1993)—. En tales casos, las actitudes son moldeadas por la información social proveniente de otros (lo que vemos que ellos hacen o dicen), junto con nuestro deseo de ser similares a gente que nos agrada o respetamos.

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